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Psicología y Coherencia

CÓMO SUPERAR UNA RUPTURA DE PAREJA

A lo largo de nuestra vida podemos pasar diversos «muros emocionales» que debemos saltar de alguna forma. Algunas veces estos muros se vuelven tan férreos, que solo sabemos hacer garabatos sin sentido, esperando que algo o alguien nos rescate. Ahí está el gran reto, dentro de la típica frase: «Las crisis son grandes oportunidades para aprender», pero nadie cuenta lo difícil que se vuelve superar estos muros, muchas veces, con unas cadenas que nos atan a la pared y tan hundidos en la soledad, que apenas quedan resquicios de ilusión por algo.
 
Esta vorágine de emociones que tarde o temprano experimentamos, ya que parece «ley de vida» aprender a soltar y dejar ir, puede nacer cuando tenemos que despedirnos de un amigo para siempre, de una pareja, de un trabajo, tal vez de unos estudios… Aunque lo que más duele en estas «despedidas», es que algunas veces no sabes ni porqué debes decir adiós, simplemente las circunstancias te llevan a ver como todo se derrumba y no puedes hacer nada. Como dice José María Doria: «Algunas veces parece que somos más pasajeros que conductores en esta vida».
 
Parece que somos el resultado de «algo» que tiene que ocurrir y que nosotros tenemos que experimentar, sin embargo, nunca estamos preparados para tal golpe. De hecho, vamos a ser sinceros, nunca fue un verdadero Adiós, siempre fue un «hasta luego», con la esperanza de que todo volviera a ser como en aquellos recuerdos… Incluso al paso del tiempo, esas personas o circunstancias vuelven a tu mente, como resquicios de sufrimiento y una montaña rusa de subidas y bajadas drásticas, rozando verdaderamente la bipolaridad.
 
Vamos a centrarnos en la que para mí, es la herida más profunda:
 

Rupturas de Pareja

 
 
 
«La cicatriz es el lugar por donde puede entrar la luz»
 
 
 
En algunos casos estas separaciones son comprensivas y ambos intentan el bienestar mutuo aunque por caminos diferentes, pero nosotros vamos a centrarnos en las que no tienen una explicación a primera vista.
 
Cuando una persona está enamorada, y por favor, no vamos a llamar “amor”, a estar enamorado, idealiza de una manera tremenda a la persona. No es capaz de ver aquello que, naturalmente, puede no gustarle. Temporalmente se vuelve ciego a ver a esa persona en su totalidad, simplemente ve lo que le da motivos para seguir ahí junto a él o ella. Pero como decimos, es temporal, tarde o temprano, por ambos lados, comienzan a mostrarse tal cual son.
 
Unos dicen que este periodo dura un año o año y medio, aunque en mi experiencia personal duró tres años y medio. Una vez se desvanece esa venda y comienzas a ver, ahí es donde ambos tienen que decidir, si aceptar al otro tal y como es, o intentar modificarlo a nuestras expectativas de cómo debería ser, lo cual llevará a conflictos, manipulaciones y finalmente, a la ruptura.
 
Cuando comienzan estas discusiones de explicarle a otro lo que debería ser o no, tenemos dos posiciones: Jugar a un tira y afloja que no va a conducir a nada nutritivo, o aprender a escuchar y expresar lo que siento yo mismo. Atención porque no es lo mismo decir:
 
  • ¡Deja ya de gritar que pareces un troglodita!
  • Me da mucha rabia que me grites…
 
La primera obviamente será «a ver quién puede más», lo que me parece una verdadera estupidez. La segunda, simplemente expresa como me siento y ahí, la otra persona puede decir, escuchar, comprender y actuar por el bien en conjunto de la pareja, o, seguir en ese tira y afloja, pasando la pelota de nuevo diciendo, por ejemplo: «¡Pero bueno! ¡Será que tú no gritas!». En el caso de que uno de los dos se ponga así, lo mejor es terminar la conversación.
 

Esta forma de actuar nace del puro miedo a mostrarnos tal y como somos, pero aún más grande, es el miedo que nos da admitir nuestro error y aprender. Muchas veces confundimos esto con egocentrismo o prepotencia, sin embargo, detrás de estas personalidades, existe un miedo enorme que se intenta tapar entre reproches hacia el otro, gritos, insultos, o cambios de tema drásticos. Si realmente quieres mostrarte tal y como eres, y estar bien en una relación, deja el miedo y usa el amor, esto te llevará a compartir lo que más te duele de la forma más humana. No te puedo decir que la otra persona te recibirá con la misma humanidad, pero si te digo que puedes sentirte orgulloso/a. La otra persona también tiene miedo, y cuando ve que tú te abres a él, puede hacer lo mismo, o asustarse tanto que no lo vuelvas a ver más como lo recuerdas. En cuyo caso, lo mejor, es dejarlo.

 
 
 
«Si tu hermano te pide que le acompañes una milla, tu acompáñale dos, pero que ni él te retrase a ti, ni tú le retrases a él» – UCM
 
 
 
Llegamos a un punto tremendamente importante. Seguimos en el mismo contexto, cuando una de las dos personas se abre, tenemos que aprender la importancia de respetarnos a nosotros mismos:

Amor Propio

 
Sé que es una decisión muy dura, de hecho, yo mismo no supe tomarla en su momento y la vida me tuvo que llevar a ello prácticamente de golpe. Es muy importante saber qué queremos y qué nos merecemos. Cuidado con no confundir esto con egoísmo o prepotencia, si vemos alguna de estas dos personalidades en una acción por amor propio, es nuestro miedo a lo que nosotros no seríamos capaces de hacer lo que está mirando.
 
Cuando nos sacamos el corazón del pecho, se lo entregamos a la persona que amamos y esta, le da una patada, no vamos a jugar a la víctima, simplemente estaría bien dar un tiempo y observar que queremos realmente, o directamente terminar. Sin embargo para nada es tan fácil como se lee.
 
Ni de cerca pensamos en terminar la relación, nos evadimos, damos silencios incómodos, jugamos a las indirectas… pero no cogemos las riendas y nos ponemos a hablar de corazón a corazón.
 
Al principio de la relación, lo más común, es que ambos se muestran con esa timidez y vergüenza que los hace humanos y desnudos de prejuicios, dejando que salgan estas emociones. Más tarde la cosa cambia y jugamos de una manera «menos humana», excusándonos, huyendo, haciéndonos los fuertes… pero, ni de lejos…
 
Ahí te das cuenta de que no sabes lo que es el amor y que la relación es una jaula, no porque sea así, sino porque nosotros mismos lo queremos así. Una jaula para que el otro no se escape, y un «amor» que manipula incluso sin darnos cuenta. Sin embargo, la manipulación más agresiva es la que nos hacemos a nosotros mismos, esa que nos intenta auto convencer de mil maneras:
 
  • «Me ha insultado sin venir a cuento, bueno, tendrá algún problema en el trabajo»
  • «Me ha robado dinero, no lo entiendo, a bueno, le daría miedo pedírmelo»
  • «Me está gritando y yo le intento hablar bien… si es que esas amigas le ponen muy nerviosa»
 
Está muy bien comprender y empatizar con la otra persona, de hecho es necesario, pero una cosa es comprender y otra auto manipularnos para no ver la realidad. Algunas veces debemos decir NO y parar este juego de titiriteros miedosos que se lían entre las cuerdas de su marioneta «humana».
 
 
 
«Dicen que nuestra historia era un castillo de arena,
que un vendaval lo derribó,
pero la verdad, si pudiese viajar al pasado,
lo soplaría yo» – Héctor Ibáñez
 
 
 
Ahora, siendo honesto contigo mismo, observa esa relación que dejaste atrás, y dime que no tuviste más de diez motivos, que si hubieses tenido ese respeto hacia ti mismo, habrías terminado la relación mucho antes.
 
Es muy diferente llevar un relación basada en el amor que en el miedo, el amor te da libertad y confianza, el miedo apego y dependencia emocional. El problema, es que de esto nos damos cuenta cuando terminamos la relación y parece que nos han arrancado una parte de nuestra alma.
 
No tenemos, de momento, un botón para quitar ese miedo, sin embargo podemos intentar comprender y permitir que el miedo se rebaje considerablemente:

Amar también es dejar ir

 
Conforme una persona va creciendo, tanto por fuera como por dentro, la vida también se va transformando a su alrededor, se cambia de pareja, de trabajo, de amigos… Todo lo que antes era para siempre, ahora se vuelve efímero, pero así somos los seres humanos, cíclicos, cambiantes y en continuo crecimiento.
 
Cuando en una pareja uno de los dos se resiste a seguir creciendo, sea por decisión propia, por miedo, o tal vez porque, sencillamente, no es el momento, lo mejor es dejarlo ir para que siga su proceso. Si nos resistimos a esto veremos a una persona muy diferente de la que recordábamos, nos preguntaremos: «¿Pero qué le ha pasado?», «¿Cómo ha cambiado tanto?», pero la verdad es que él o ella siempre ha sido a así, pero no éramos capaces de verlo.
 
Comprendo que existe muchísimo miedo a estar sólo, al abandono, a que ya nadie nos quiera… sin embargo es un miedo que tenemos que sentir, aceptar y dejar que nos envuelva hasta que no quede nada, entonces, justo en el ojo del huracán, resurgiremos.
 

No es para nada fácil, es todo un reto, una constante aventura llena de momentos inolvidables y otros más dolorosos, con una infinidad de recuerdos bombardeando la mente. Sin embargo, tiene premio, pero el premio llegará cuando estemos preparados, cuando realmente estemos listos para volver a empezar. No necesitas terminar una relación y salir corriendo a por la siguiente, porque sencillamente no vas a poder. 

 
Cuando termina la relación toca centrarse en uno mismo, en observar como ese vacío que dejó la persona se va llenando poco a poco de cosas que a nosotros nos gustan. Nos vamos a sentir muy solos, aunque realmente no lo estemos, pero ahí será donde brote el nuevo potencial que se está preparando. Esto no quiere decir que te comas la soledad de golpe, mi invitación es que vayas a quienes sabes que te pueden ayudar, los que te van a escuchar cuando quieras gritar, y los que te van a hablar cuando quieras escuchar. Aprende a dejar de ser egoísta para ser Egoísta y pedir lo que te mereces y necesitas de la forma más humana y natural, es decir, siendo tú mismo. Habrá días que necesites irte con amigos y reírte a carcajadas, otros será para llorar sin parar. Otros días te hundirás en una incómoda soledad, pero otros días estar solo será tu aliado.
 
Tal vez lo que más dolerá será el recuerdo y la duda, si tu conciencia está tranquila, recordarás momentos buenos que te harán sonreír, y dolerán, si por el contrario te pesa alguna acción, no harás más que recordar momentos «malos» que puedan avalar la buena decisión, pero eso nace, de nuevo, del miedo.
 
La línea es muy fina, entre amor y miedo, pero los resultados son infinitamente diferentes. Con amor dejas ir a la persona y comienzas a amarte a ti mismo. Cuando aprendas estar bien solo, llegará la persona que necesitas y entonces, verás que todo tenía sentido. Regálate momentos, espacio y tiempo, el proceso puede durar medio año, dos años, quien sabe, es necesario caminar con la paciencia a nuestro lado.
 
Os comparto una carta de despedida hacia esa persona que abrazó el Alma, porque las personas olvidarán lo que dijiste, incluso, lo que hiciste por ellas, pero jamás olvidarán lo que les hiciste sentir.

Me Despido de Ti porque Te Amo

 
La llama de mi amor se mantiene intensa y rebosante ante cualquier atisbo de esperanza, de ilusión, fantasía y recuerdo de volver contigo. Todo me lleva a ti, porque mi cuerpo vibra al imaginarte y al sentirte tan dentro de mí.
 
Es porque te amo que despiertas todos mis sentidos y me elevo hacia a ti. Aunque ya no estés, aunque ya no me comprendas, aunque ya no hablemos el mismo lenguaje ni deseemos con pasión el mismo destino juntos, Te Amo.
 
Al cerrar los ojos, me doy cuenta que deseo que estés ahí. Te mantienes de forma constante en todo lo que me resulta bello, en cualquier parte te imagino conmigo, compartiendo el camino.
 
Sé que tú ya no compartes ese amor y que apenas puedes llegar ya a sentir algo por mí. Pero mi corazón desbordante se empeña, sin razón y dado a la locura, a no darse por vencido, a evadir la soledad y llorar ante tu ausencia.
 
Cada vez estoy más convencido de la pureza de este amor, puesto que emana una energía inagotable de mí, cuya única intención es la de completarse yendo hacia ti
 

Sin duda has hecho de mí una persona diferente desde que entraste en mi vida. Creo que he cambiado aspectos fundamentales que me hacen estar más en mí, y apreciar todo desde otras perspectivas aún más auténticas, desde mis emociones y mis sentimientos.

 
Tú has despertado lo más profundo de mí, y no ha sido por ti que lo he hecho, sino gracias a ti.
 
Me quedo con la sensación de que lo que hemos vivido juntos ha sido tan real como el amor que ahora mismo puedo sentir tan intensamente hacia ti: sin deslumbramientos, sin interés, sin argumentos y sin ningún tipo de condición, sencillamente el Te Amo más sagrado que puede dibujar mi Alma.
 
Siento cuando te miro, al cerrar los ojos, o al estar cerca de ti, que lo hago desde el corazón, y que en ese momento mi razón no existe, soy pura emoción, puro sentimiento, que brota y se expande hasta abrazarte y rozarte el Alma. Y es una de las sensaciones por las que he pasado contigo la historia más bonita de mi vida. Sentir que daría en ese momento mi vida por ti, que no me importa nada más que sentirme en conexión contigo. Es increíblemente bello y peligroso, me deja totalmente vulnerable, y el más mínimo parpadeo puede destrozar toda mi cordura.
 
Sentí que tú eras la Mujer de mi Vida. Es cierto que contigo he sentido tanto la alegría como la tristeza, que me he sentido defraudado, impotente, rabioso, lleno de ira y sobre todo frustrado.
 
Una frustración continúa ante la posibilidad de creer que podía alcanzarte y besarte, al sentirte de nuevo una y otra vez cercana a mí, estando conmigo de verdad. Y de repente, dejar paso a la realidad y comprobar que era todo parte de mi ilusión que ahora me separa de ti…
 
De mi esperanza de poder verte de nuevo, y de que nos miráramos y todo volviera a como yo creía que era como tenía que ser. Estando juntos, amándonos por siempre: una inocente promesa, que incluso yo me llegué a creer…
 
Es verdad que en contra de mi razón y de mi experiencia, de forma totalmente inocente, creí que pudiese existir algo así, porque sentí que tú serías realmente la mujer de mi vida, y que, al ser un amor tan puro, ya nada lo iba a cambiar. Lo más triste, es que aún lo sigo sintiendo así…
 
Esta vez este maravilloso cuento no ha sido así para mí, quiero creer que, porque no tenía que ser así, y que tras todo acontecimiento importante por el que pasamos en la vida, nos aguardan otras experiencias, quizás más reales y auténticas.
 
No porque en sí lo sean, sino porque yo estaré mejor preparado para verlas, experimentarlas y vivirlas, de una forma más consciente y profunda.
 

Aceptando la realidad, mi despedida ahora es real, para que pueda aceptar que no eres la mujer de mi vida, que no es contigo con quien voy a realizar todos los planes con los que soñaba, que no yo soy quien te acompañará en tu camino…

Me resulta muy duro poder aceptar esto, me he resistido y lo sigo haciendo, ya que no es eso lo que siento, ni lo que mi voluntad quiere. Sin embargo, es lo que corresponde, lo que se ha decidido, es la evidencia a la que no quiero mirar de frente. Con el valor que debo reunir, para emprender este aprendizaje tan duro, que se interpone en mi presente y no me permite seguir con mi vida hasta poder soltarlo…
 
Me he quedado sin opciones, también ya sin ilusiones, no sé lo que me depara. Solo siento un continuo desaliento que me ahoga, una angustia que me abraza con fuerza y se apodera de mí.
 
Aunque la fuerza que me ha llevado hasta tu alma, sé que ahora es la que me separa de ella, me parece incomprensible. En mi ignorancia y falta de entendimiento hacia la vida, es algo que me resulta injusto y cruel. Y, sin embargo, siento que debo dejar fluir todo el amor que albergo en mí, en agradecimiento a esa fuerza que me unió y hoy me separa de ti.
 
Ya que por alguna razón que sé que no podré comprender, pero sí siento con mucha fuerza, como ahora me pasa, es que el amor que tú y yo juntos construimos quedará impregnado en la eternidad, y siento que eso nada lo podrá ya cambiar.
 
Me despido de ti porque te amo, y porque no sé estar contigo de otra forma que no sea amándonos. No espero que lo comprendas, porque ni yo lo comprendo, pero si espero que sepas que lo hago en este momento, en el que más quiero y necesito estar junto a ti y sentirte.
 
Acepto el camino que has decidido, y mentiría si dijese que no me desvelo por la noche entre lágrimas mirando el lado derecho de mi cama, pensando si estarás bien.
 
Sé que te amo, siento que te Amo, pero no puedo estar contigo si no es amándote, conectándonos en las profundidades más silenciosas del universo…
 
Hasta Siempre, Te Amo.
 
 
“Te recordaré siempre, desde el día del primer beso, hasta el día de mi muerte” – Rayden
 
 

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