Un emperador de un lejano país se hallaba preocupado, ya que no encontraba respuesta a tres preguntas que, según él, podrían ayudarle a no apartarse jamás del buen camino.
Estas tres preguntas eran:
¿Cuál es el mejor momento para cada cosa?
¿Quién es la persona más importante en cada momento?
¿Cuál es la cosa más importante que hacer en cada momento?
Entonces promulgó un decreto en todo su imperio anunciando que aquel que pudiese contestar estas tres preguntas, recibiría una importante suma de dinero. Numerosos sabios y filósofos llegaron hasta el palacio del emperador, pero ninguno de ellos pudo responder satisfactoriamente las preguntas.
El emperador estaba empezando a perder la paciencia y, siguiendo el consejo de uno de sus guardias, decidió visitar a un ermitaño que vivía retirado en una montaña y que era muy conocido por su gran sensatez. El emperador sabía que el ermitaño jamás abandonaba la montaña y que sólo recibía a los pobres. Así pues, el emperador se disfrazó de campesino y pidió a su escolta que esperase al pie de la montaña mientras él iba a ver al ermitaño.
Al llegar a la ermita donde vivía el sabio, éste estaba cuidando de su jardín y suspiraba cada vez que clavaba su azada en la tierra y parecía encontrarse mal. El emperador se acercó al anciano y le dijo cuáles eran las tres preguntas para las que necesitaba una respuesta. El ermitaño lo escuchó atentamente y siguió trabajando. Entonces el emperador al ver que el anciano no le contestaba y que estaba muy cansado, decidió ayudarle.
Y se puso a trabajar la tierra. En ese momento un hombre llegó hasta ellos corriendo como alma que lleva el diablo. Gemía y la sangre brotaba de su pecho.
De repente, cayó en el suelo, perdiendo el conocimiento. El monarca limpió su herida y rasgó su propia camisa para vendarle con ella. Finalmente el herido se recuperó de su desmayo y pidió un poco de agua. El emperador corrió hasta el pozo y trajo un cubo con agua fresca. El ermitaño y el emperador llevaron al extranjero a la cama y le ayudaron a acostarse y él se quedó dormido. El soberano cansado por el largo día, también se durmió. Cuando se despertó, se encontró con la mirada del extranjero que estaba acostado en la cama junto a él, éste murmuró: “le ruego me perdone”.
—“Pero ¿por qué cree que yo debo perdonarle?, preguntó el emperador”.
“Usted no me conoce, pero yo sí le conozco usted.
Yo era su peor enemigo y había jurado venganza, ya que en la última guerra usted mató a mi hermano. Al enterarme de que iba a venir sólo a esta montaña, decidí tenderle una emboscada. Esperé durante muchas horas y al ver que no venía salí del escondite para encontrarle. En ese momento, su escolta me vio e intentó matarme. Si no me hubiese encontrado con usted, seguramente ahora yo estaría muerto. Estoy infinitamente agradecido y juro que tanto mi familia como yo les serviremos de por vida”.
El emperador se sintió muy feliz al ver con qué facilidad había logrado reconciliarse con su peor enemigo. No sólo le perdonó sino que además prometió devolverle todos sus bienes que anteriormente le habían sido embargados.
Tras este episodio, el emperador volvió junto al ermitaño y encarecidamente le volvió a pedir que respondiese a sus tres preguntas. El anciano se levantó y le miró: “usted ya tiene la respuesta a sus tres preguntas. Si ayer no se hubiese quedado a ayudarme, durante el camino de regreso, habría sido atacado por su peor enemigo.
Así, el momento más importante fue el momento en el que estuvo trabajando en el jardín, la persona más importante era yo mismo y la cosa más importante era ayudarme. Después, cuando el extranjero llegó, el momento más importante fue cuando curó su herida. De no haberlo hecho así, ahora estaría muerto y usted jamás hubiese podido reconciliarse con su peor enemigo. Este hombre era la cosa más importante y cuidarlo era la cosa más importante que tenía que hacer en ese momento”.
Recuerde esto: “sólo existe un momento importante y es el AHORA, ya que es el único momento sobre cuál podemos ejercer nuestra influencia. La persona más importante será aquella con la que estamos en esos momentos, y finalmente la cosa más importante, es contribuir a que esa persona esté mejor”.