Discutir puede construir o destruir la relación
Sería genial que en una pareja todo fuese tal cual lo imaginamos. Que la mujer expresara sus sentimientos libremente y el hombre la escuchara con comprensión sin sentirse atacado o culpable. Que el hombre pudiera tomar decisiones y ser él mismo mientras ella lo apoya y lo valora sin criticarlo o intentar corregirlo.
Que en la comunicación él supiera lo que ella necesita sin ni si quiera pedirle ayuda. Que él pudiese dedicarse tiempo a sí mismo mientras ella confía en que es una ausencia temporal y eso no significa que no la ama… Sin embargo, generalmente, no ocurre así, incluso todo lo contrario. La mujer siente que él no la ama y no le da lo suficiente, mientras el hombre piensa que ella no confía en él, lo quiere cambiar y no le acepta tal cual es.Un día están unidos y se prometen un para siempre y al otro están pensando para sus adentros dejar la relación.
De momento, es una realidad que en las relaciones de pareja no todo es un camino de rosas. Hasta las parejas donde reina el amor existen discusiones, momentos de desacuerdo, distanciamiento, problemas inesperados, dificultad en la comunicación, conflictos entre las familias, insatisfacción sexual, incapacidad de gestionar los sentimientos del otro… Es importante comprender que cada uno de nosotros hemos crecido con una información inconsciente que prácticamente nos ha dictado cómo vivir las relaciones de pareja, dejándonos muy poco margen de acción. Esto significa que no hemos tenido control sobre nuestras conductas en las parejas, ya que éramos como robots siguiendo el software que nos habían instalado.
Estos datos nacen de cómo nuestros antepasados vivían la relación de pareja y los problemas que nosotros tenemos hoy en día. También, cómo era la relación de nuestros padres y cómo enfrentaban ellos estos problemas. La figura de los padres es realmente importante, sobre todo en nuestra etapa más vulnerable que es la infancia. De niños nos llenamos de creencias, conductas negativas, patrones e ideas que nos trasmitían o que nosotros absorbíamos como hijos y que luego usaremos en nuestra vida pensando que nosotros somos así, cuando en realidad somos el resultado de nuestra infancia.
Tomar conciencia de nuestra historia personal nos ayuda a no responsabilizar a nuestra pareja de lo que nosotros todavía no hemos solucionado en nuestro interior. Ocurre a menudo que nuestra pareja es la persona que más nos enfada y nos saca de nuestro centro y no por ello significa que no haya amor. En realidad, no es que la pareja lo haga a propósito, sino que nos está mostrando una parte de nuestra historia que todavía está sin cerrar. Imaginemos que nos dan un golpe en un abrazo donde tenemos un herida tapada con vendas, pero que todavía no hemos curado porque duele mucho. Nos va a generar una reacción instintiva de protección , ataque y huida. Culparemos a la persona que nos golpeó dando por hecho que lo hizo a conciencia, cuando en realidad, fuimos nosotros los que tapamos esa herida sin antes curarla como es debido. Por las razones que fueran decidimos no mirar en ese dolor y nos hemos provocado una debilidad cuando alguien nos toca esa herida, sobre todo nuestra pareja.
Responsabilizarse de nuestro dolor
Como hemos visto, todos tenemos una historia personal con heridas que no han sido cerradas y aunque algunas veces no somos conscientes de esas heridas, nuestro inconsciente se encarga de encontrar a la persona ideal para sanarlas. Sin embargo, no tenemos esto en mente cuando la pareja dice o hace algo que a nosotros nos molesta, más bien justificamos nuestro dolor pensando que el otro debe de cambiar lo que ha hecho mal. No digo que nunca sea así, pero si no comprendemos de donde nos viene este dolor, actuaremos siempre de la misma forma y pensaremos que es la otra persona quien debe de cambiar sin sacar ningún aprendizaje para nuestro desarrollo personal.
Es muy común llegar a la conclusión de que si la relación no funciona es mejor dejarlo, pero si al hacerlo no tenemos ninguna comprensión o aprendizaje, volveremos a caminar por los mismos pasos con otra persona. Cambiar de pareja sin pararnos un momento a ver qué parte de mi historia está saliendo, es como pensar que por cambiar de bolígrafo va a cambiar nuestra forma de escribir. Responsabilizarnos no significa pasar por alto las acciones de los demás, más bien significa asumir cómo decido tomármelas y vivirlas, sobre todo en las situaciones que reaccionamos de forma automática.
Cuando no nos responsabilizamos de nuestra propia historia le exigimos a nuestra pareja que actúe, diga o deje de hacer aquello que necesitamos para que nos deje de doler en vez de ocuparnos de nuestras emociones ocultas:
- ¿Cómo vas a comunicarte de una forma no violenta con tu pareja si tus padres siempre estaban gritando o perdían el control a menudo?
- ¿Cómo vas a poder escuchar los sentimientos de tu pareja sin sentirte herido si cada vez que intentabas de pequeño hablar de lo que sentías te mandaban callar?
- ¿Cómo vas a saber expresarle las necesidades a tu pareja si de pequeño viviste una infancia donde nadie te ayudaba?
- ¿Cómo vas a dedicarle tiempo a tu pareja si tus padres no te dedicaban tiempo a ti?
- ¿Cómo vas a expresar amor y afecto si recibiste abandono y rechazo?
- ¿Cómo vas a sincerarte con tu pareja si de pequeño nadie te escuchaba?
- ¿Cómo vas a expresar tus sentimientos si tienes miedo a ser rechazado?
- ¿Cómo vas a saber ni si quiera cómo te sientes si tus padres no tenían tiempo para preguntarte cómo estabas?
- ¿Cómo vas a llorar tu dolor si te decían una y otra vez que no llorases, que eso era de bebés?
- ¿Cómo vas a admitir tus errores si temes ser castigado?
- ¿Cómo vas a responsabilizarte de tu dolor o de poder escuchar el dolor de tu pareja, si tu madre, antes de que pudieses comprenderlo ya te había responsabilizado del suyo?
Comprender nuestra historia
Todos tenemos una historia que nos ha marcado y nos ha definido hasta tal punto que generamos conductas para ocultarlas si no hemos podido o sabido gestionarla. Eso nos lleva a culpar muchas veces a nuestra pareja por el mismo motivo por el cuál nosotros no hemos cerrado nuestra herida. Esta historia personal nos hace interpretar lo que vemos de nuestra pareja. De hecho, llega un momento donde no damos ni el beneficio de la duda de que quizá nuestra pareja no lo ha hecho a propósito. Pensamos que es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Parece que nosotros somos los únicos que han sufrido y olvidamos que nuestra pareja también tiene una historia.
Cuando comprendemos lo que hemos vivido dejamos de exigirle a nuestra pareja que esté a la altura de nuestro dolor. Generamos una conciencia que comienza a no necesitar tanta atención, tantas acciones especiales o tantas palabras adecuadas, simplemente comprendemos. De hecho, cuando comprendemos nuestra historia empezamos a comprender la historia de nuestra pareja. Incluso comprendemos la historia de nuestros padres, porque ellos tampoco son culpables de lo que «nos hicieron», no olvidemos que ellos también han sido hijos y tienen una historia igual o mucho más dura que la nuestra. El trabajo de comprender nuestra historia abre la puerta a actuar de forma diferente, pensar de forma diferente y tomarnos la vida de forma diferente.
Proyección o Transferencia
Cuando cada uno comienza a responsabilizarse la intimidad crece de forma gradual junto al amor. Como consecuencia de ello surgen sentimientos más profundos de miedo y dolor. Generalmente, no sabemos hacer frente a estos sentimientos y nos quedamos bloqueados. Es una paradoja. Al sentirnos más seguros con nuestra pareja nuestros sentimientos más profundos comienzan a salir a la superficie. En ese momento el miedo a nuestros sentimientos nos bloquea y comenzamos a proyectarlos en nuestra pareja.
Si no nos sentíamos seguros de expresar nuestros sentimientos a nuestros padres o a otras parejas anteriores, nos encontraremos con que no sabemos cómo entrar en contacto con nuestros propios sentimientos. Aquí es cuando hacemos trasnferencias de cosas no solucionadas con otras parejas, proyectamos los sentimientos profundos y responsabilizamos a nuestra pareja de lo que sentimos.
Comprender de qué modo nuestro pasado sigue afectando a nuestras relaciones nos permite vivir libremente el proceso sanador del amor. Empezamos a confiar más en nuestra pareja y en el proceso curativo de la relación. Muchas veces es necesaria la intervención de un profesional, ya que en el momento de bloquearnos, si no generamos una voluntad de cambio fuerte, volveremos a proyectar a nuestra pareja los sentimientos. Poder hablar libremente de lo que sentimos sin hacer proyecciones nos ayuda a poder cambiar nuestra percepción y a enfrentar nuestras propias emociones de una nueva forma.
Amor, comprensión y perdón
No existe una herramienta para no discutir con la pareja, más bien, se pueden usar las discusiones para conocernos y sanar nuestro dolor. Debemos saber que las relaciones no son para siempre porque sí, las relaciones son para siempre cuando dos personas se esfuerzan en superar todos los obstáculos juntos día a día. Las relaciones pasan por etapas y están en constante cambio. Vamos a pasar etapas donde un amor frenético, pasional e intenso nos acelera el corazón.
Donde todo apunta a un «para siempre». Nuestra pareja parece perfecta. Queremos compartir tiempo con ella a toda costa y el amor está a flor de piel. Luego tenemos una etapa donde nos damos cuenta que nuestra pareja no es tan perfecta y aparecen sentimientos de rechazo, abandono, soledad… Nuestra historia y nuestro dolor empieza a salir y pensamos que el amor se ha acabado. En esta etapa muchas personas se rinden. En la siguiente etapa el amor se ha vuelto más maduro y sereno. Puedes ver y aceptar la parte negativa de tu pareja y la tuya propia sin juzgarla. Ambos tienen objetivos en común, se respetan y crecen en conjunto.
Luego llega otra etapa de reflexión y evolución, no solo de forma individual, sino también en conjunto. Es un momento donde cada uno sigue sus propios proyectos y crecen por separado, aunque con un amor que los une y se apoyan mutuamente.
El amor se sostiene primero en nosotros mismos siendo coherentes con nuestro corazón, comprendiendo nuestra propia historia y cerrando nuestras heridas. Ese mismo amor nos ayuda a comprender a nuestra pareja, comprender su historia y a cerrar las heridas que se hayan podido abrir en la relación. Muchas veces guardamos resentir hacia nuestra pareja por dificultades que hemos vivido porque todavía estamos bloqueados, tenemos miedo de enfrentar nuestro sentimientos y proyectamos nuestra historia. Si usamos el amor para comprendernos a nosotros mismos, podremos comprender también a nuestra pareja y perdonar aquellos momentos de dolor que hemos vivido.
El pasado ya no está aquí, si aprendemos a vivir conscientes del instante presente, cuando discutamos con nuestra pareja no hablaremos con las emociones de todos los problemas que todavía no hemos enfrentado.
Cada uno de nosotros tenemos a nuestro lado la persona perfecta para sanar nuestra historia y aunque algunas parejas vienen para enseñarnos algo y luego deben irse, todas merecen un profundo agradecimiento por ayudarnos a crecer, a respetarnos, a conocer el amor, etcétera. No somos víctimas de nuestra historia, somos los héroes que han venido a transformarla.
Héctor Ibáñez
Fuente: «Los hombres son de Marte, Las mujeres son de Venus»