Todo conflicto que vivimos hoy en día está sustentando por 3 pilares que se repiten una y otra vez en todo problema, sea enfermedad, apegos, fracasos, etc. Cualquier situación que es vivida como perjudicial para nosotros está filtrada por la mente, una mente separada, asustada y llena de dolores pasados que todavía arrastra y por ello reacciona de forma automática intentando huir de ello. Al final terminas agotado, sin ilusión y perdido, o con alguna enfermedad en la que, por fin, no quede más remedio que parar. Sin embargo, antes de llegar a esto podemos reaccionar, tomar conciencia y darnos cuenta de lo que hace nuestra mente, porque muchas veces para acabar en una situación realmente dolorosa, hay que hacer un gran esfuerzo y tomar decisiones que nos dañen y nos intoxiquen todavía más, todo de forma inconsciente.
Piénsalo, te estoy invitando a un cambio radical en la manera de pensar, ya no es: ¿Qué he hecho yo para merecer esto con lo buena que persona que soy?, sino: ¿Qué estoy haciendo para estar así? Es la diferencia entre sentirse culpable y pensar que no puedo hacer nada, lo que me posiciona en victima donde me quedo sufriendo mi situación, o sentirse responsable y pensar que esto lo estoy creando para algo que todavía no veo, lo que me posiciona en el hacedor de mi vida donde puedo cambiar la situación. Quizás duela brevemente, ya que estoy haciendo el esfuerzo de cambiar aquello que me hacía daño para evolucionar y expandir mi consciencia, pero soy consciente de que el dolor forma parte de la experiencia humana, mientras que el sufrimiento es la resistencia a este dolor.
Para comprender por qué nuestra mente cae en el victimismo en vez de la responsabilidad tenemos que tomar conciencia de los 3 pilares que sostienen la mente que se siente separada de todo. Los 3 se nutren entre sí y dependen los unos de los otros, derrocando uno, los otros comienzan a desmoronarse. Estos son: la culpabilidad, la negatividad y el miedo.
La Culpabilidad
El sentimiento de culpa está sostenido por diversos patrones, programas y creencias que subyacen en el inconsciente y se traducen en forma de «castigo» (culpabilidad). Por ejemplo: “No merezco”, “no debo”, “no sé”, “no puedo”, “no tengo”, “no soy lo suficiente para algo”, “me obligo a hacer lo que no quiero”, “guardo secretos inconfesables”, “para que me castigue dios ya me castigo yo”, “soy el culpable de todo”, “hago daño a los demás”, “les doy pena y lástima”, “no me quieren”, “tú me obligaste a hacerlo”, etcétera.
En la gran mayoría de los casos la culpabilidad está atada a la comparación: “todo me pasa a mí”, “es que a los demás no les pasa esto”, “nunca podré ser como mi padre”, etc. Aquí hay una reflexión en cuanto a la comparación:
Te comparas con lo que tu mente interpreta que es mejor que tú, desvalorizando lo único en ti, insultando tu propia grandeza interior. Puedes admirar y aprender de los demás, pero no te sientas más pequeño que ellos. Eso que admiras fuera tú ya lo tienes, aunque todavía no te des cuenta. ¿Has pensado que esa persona que piensas que es mejor que tú puede admirar algo de ti que él también piensa que no tiene? Las comparaciones están basadas en carencias, deja de comprarte y comienza a sacar desde dentro de ti aquello que te impulsa y te motiva, aquello que te ilusiona. Si estás pensando que ya nada te ilusiona, prueba a hacer cosas nuevas, si siempre haces lo que sabes hacer nunca serás mejor de lo que ya eres. Ahora puedes tener miedo a hacerlo y para ello usas la negatividad, mirando el lado de la balanza que te mantiene quieto e inerte, pero si tan solo miraras por un instante el otro lado sin juzgarlo, sin comparar, encontrarías esa ilusión que crees haber perdido, porque no está fuera, sino dentro.
Para sanar la culpabilidad es necesario implantar el verdadero sentido del perdón. No me refiero a salvar a alguien de su castigo o a olvidar lo que ha ocurrido, sino a comprender que ya no eres una víctima, sino el gobernante de tu vida y como responsable de todo lo que te sucede, no pierdas el tiempo culpando a los demás o a ti mismo. Si vas directo hacia un ice berg, ni te quedes culpando al ice berg por estar ahí en medio, ni te culpes a ti de no haberlo visto, directamente, coge el timón de tu barco y cambia del rumbo.
En este mundo no hay culpables, pero nos da miedo reconocer nuestra grandeza y también nuestros errores, hasta que nos damos cuenta de que estos no existen y comenzamos a brillar con luz propia.
Negatividad
La negatividad es lo que se expresa cuando la culpabilidad está activa. Vemos siempre el lado negativo para no tener que movernos de donde estamos, ya que eso requiere el esfuerzo de enfrentar nuestros miedos ilusorios. La negatividad es la decisión de quedarme en mi confort, de conformarme. Aunque como me siento culpable pido ayuda y me quejo, sigo pensando que no puedo, que lo que hago no sirve para nada y que jamás saldré de aquí.
Algo peculiar de la negatividad es que cuando este estado se expresa la persona pregunta frecuentemente: ¿Y cómo lo hago? Esto ocurre porque la mente, intoxicada en negatividad, necesita tener bien medido y analizado el futuro para saber los pros y los contras que va a tener antes de dar el paso, para así ver que hay más contras y seguir en la misma situación. El problema de esto es que tu mente no está, de momento, preparada para ser consciente de todas las infinitas posibilidades que pueden nacer de una decisión o una acción, sin embargo, intentas adivinarlo y caes en que las 4 ó 5 posibilidades negativas que has inventado en tu mente son lo suficientemente graves como para no moverte.
Para salir de la negatividad se requiere el esfuerzo de no hacer caso de todos esos pensamientos, darte cuenta de que lo que tú puedes calcular conscientemente es apenas un 5%, mientras que hay un 95% de posibilidades que ni te imaginas. Te estoy invitando a que te quites un gran peso de encima y comienzas a dejarte llevar más por la vida y colocar tu mente al servicio de tu corazón.
Miedo
Al final en todo conflicto se llega al miedo una y otra vez y tienes que tener algo muy claro sobre esto:
Dentro de ti lo único real es el amor, la única energía que sustenta todos tus cuerpos, la que vibra y resuena, la que siente y se expresa, la que transmuta y se transforma, es la que hemos llamado amor. ¿Cuándo surge el miedo? En el instante que no le haces caso a tu corazón. Hasta el odio es amor en su mínima expresión. Si tu mente inocente no juzgara tus intuiciones ni tus corazonadas, toda tu vida iría como debe ir. Pero como tu mente juzga a tu corazón de si es bueno o malo eso que elige vivir, luchas contra ellos y esto se transforma en ideas, pensamientos y creencias que más tarde serán tu destino.
Deja de luchar, deja de huir de tu corazón que quiere lo mejor para ti. A través de él se expresa la divinidad de todo el universo, deja que te atraviese y experimenta la humanidad en toda su plenitud. El miedo nació cuando la mente se separó del corazón y esta se asustó tanto que comenzó a culpar y ser muy negativa. Tú trabajo en la tierra es trabajar la mente y liberarla de las ataduras para que la luz que vibra en ti ilumine tu visión distorsionada. Puede que sientas incertidumbre a lo desconocido, pero el miedo ya no te volverá a dominar. Detrás de todo miedo se esconde la piedra filosofal de tu alma, atraviésalos como una cortina de humo y encontrarás lo que realmente eres.
Héctor Ibáñez