Una llamada al despertar. Significado emocional del orzuelo
Dicen que cuando el alumno está preparado, aparece el maestro, pero nadie se espera que el maestro es una proyección del alumno. Es decir, todo nos puede enseñar si queremos aprender. Esta es mi historia de la primera vez que abrí mi mente a algo nuevo y trascedente para mi. Desde aquel día, no paré de caminar el rumbo de la mente, las emociones y el alma. Tenía entonces 14 años:
Me encontraba en el salón de mi casa con una especie de grano o absceso (orzuelo) en el ojo derecho. Un orzuelo es una inflamación e infección de un folículo piloso que produce un abultamiento pequeño en el borde del párpado. En esos momentos para mí era normal tener orzuelos, algunos que me duraban entre 2 y 3 meses. Aprendía a convivir con la incomodidad que era sentir en el párpado un pequeño pinchazo constante.
Recuerdo que en silencio pensé: «¿Por qué siempre tengo orzuelos? ¿Qué estoy haciendo mal…?»
Al cabo de un rato mi madre llegó al salón diciendo que iba a ponerse un vídeo de YouTube, invitándome a estar con ella. El vídeo era de un tal Enric Corbera que hablaba, por aquel entonces, sobre la biodescodificación de la enfermedad. El significado emocional del orzuelo y su conflicto tiene relación con la manera en la que miramos y juzgamos, como podéis ver más abajo.
Lo que Enric decía me despertaba la curiosidad, es más, en alguna parte de mí sentía que era lo que estaba buscando en las preguntas que me hacía.
Durante el vídeo Enric cuenta una experiencia personal con su hijo. Cuenta cómo su hijo le pregunta qué significa un orzuelo, acreditando que le había salido uno. A lo que respondió: «¿A quién has mirado como una mierda?, ¿A quién has juzgado o condenado…?». En ese instante se me puso el bello de punta, algo se abrió en mi pecho y rápidamente sin apenas razonar lo que escuché, me puse a buscar a quién había juzgado, pero no sabía bien concretar a quien. Entonces Enric prosiguió: «Mira desde el momento que te ha salido y observa qué pasó ese día». Entonces lo encontré, había tenido una discusión con un amigo al que critiqué. Al darme cuenta, dije por dentro que lo sentía y algo indescriptible sentí en mi cuerpo, una especie de onda recorrió mi cuerpo…
Al cabo de las 2 horas más o menos, me percato de que el picor del ojo, ya no está. Voy al baño a mirarme y resulta que el orzuelo había desaparecido… ¿Qué era esto? Había pasado de tener orzuelos de 3 meses a 2 dos horas… Estaba incrédulo, pero lo tenía delante de mí, en mi propia experiencia, así que me puse a investigar más sobre la descodificación.
Mis días eran iguales, pero al mismo tiempo, diferentes. Los orzuelos muy de vez en cuando aparecían, pero en apenas 1 hora, incluso 30minutos, desaparecían cuando me daba cuenta de lo que estaba juzgando. Esto me ayudó a estar muy atento a mis juicios, lo que poco a poco me fue invitando a dejar de hacerlo.
Desde entonces, hace años que no tengo un orzuelo, en el mismo instante que la mente emite un juicio, el corazón compadece al ego y decide hablar desde el amor, porque una de las cosas que esta experiencia me ha regalado, es que la enfermedad nos dice que siempre tenemos el poder de la decisión. Puedes aceptar o resignarte, cada decisión determinará tu siguiente instante de vida, es sencillo, pero no es fácil. Mantener la mente inocente, abierta, compasiva y amorosa, te hace ver una perspectiva muy diferente del mundo, no sé si la realidad, pero quizás sí un mundo más maduro emocionalmente.
Con esta experiencia comencé un camino que me abrió los ojos a algo diferente que siento más en coherencia con mi corazón, quizás porque un día decidí cuestionar lo «evidente» y algo me envío la respuesta a través de un vídeo. Ahora, en cuanto a los juicios, comparto las palabras de Louise L. Hay:
«Lo único que podemos hacer por los demás es amarlos y dejar que sean quienes son. Saber que su verdad está dentro de ellos y que cambiarán cuando decidan hacerlo…»
Todos libramos alguna batalla en nuestro interior y no somos conscientes de lo que han podido vivir los demás, lo mejor que podemos hacer es amarlos.
«Si quieres que los demás sean felices, ten compasión. Si quieres ser feliz, ten compasión» – Dalai Lama