Erase una vez una joven china, llamada Lili que al casarse, se fue a vivir con su marido a casa de su suegra. Las dos mujeres no parecían entenderse nada bien, sus personalidades eran muy diferentes.
Lili fue irritándose cada vez más con los hábitos de su suegra, quien la criticaba constantemente. Con el tiempo Lili y su suegra cada vez discutían más y llegaban incluso a pelearse sin ningún motivo. De acuerdo con la antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo. Lili, no lo podía soportar más así que decidió visitar a un viejo sabio.
Después de oírla explicar que quería asesinar a su suegra, el sabio le dio un paquete de hierbas y dijo: “No deberás usarlas de una sola vez, porque ello causaría sospechas. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida que irá lentamente envenenándola. Para tener la certeza de que cuando ella muera nadie sospeche de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable, es decir, no discutas y ayúdala a resolver sus problemas. Recuerda seguir todas mis instrucciones”.
Lili volvió muy motivada a la casa para comenzar con su proyecto de asesinato. Así, empezó a cocinar y cada dos días añadía las hierbas en el plato de su suegra. Además siempre recordaba lo que el viejo le había recomendado sobre evitar sospechas y por ello, controló su temperamento, obedeciendo en todo a su suegra y tratándola como si fuera su propia madre.
Con el paso del tiempo su suegra le empezó a parecer mucho más amable. También era cierto que la actitud de la suegra había cambiado y la trataba como a su propia hija. Después de seis meses, no habían vuelto a discutir por lo que el ambiente familiar había mejorado considerablemente.
Entonces Lili fue nuevamente a ver al viejo sabio, para pedirle ayuda: “Por favor, ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Se ha transformado en una mujer muy agradable, la he cogido tanto cariño que podría decir que la quiero como a mi propia madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que yo la he estado dando”.
El sabio sonrió: “No tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en tu mente, en tu actitud, pero fue echado fuera y substituido por el amor que la has dado”.