El ser humano está despertando a nueva percepción que siempre ha estado en su interior, pero seguimos intentando racionalizar todo lo que sentimos, lo que nos lleva a destinos programados y de «mala suerte».
Para crear realidad necesitamos un pensamiento expresado por la palabra y una emoción que acompañe a este pensamiento, lo que comienza a crear una energía que si la focalizamos con actitud podemos crear las «casualidades» para que se den los acontecimientos que deseamos.
Pero somos realmente inconscientes de este poder y nos subestimamos continuamente, nos autoboicoteamos a caminar hacia una realidad la cual nos resulta llena de un gran sin sentido. Las creencias son grandes pensamientos que nos encierran en una jaula, cuando hablamos nos servimos de estas creencias, lo que nos hace chocar una y otra vez. Una creencia muy manida a esta nueva era que nace es: «Las crisis son grandes oportunidades de aprender».
Esta forma de sentir está genial, porque te ayuda a estar atento de los aprendizajes que atraemos a la vida consciente o inconscientemente. El problema está cuando la dogmatizamos, cuando se transforma en la expresión de nuestras palabras para todo aquel que esté en una crisis. Aquí se ha transformado en creencia y el mensaje que estamos enviando al universo, dios, consciencia, matriz… es algo como: «Necesito tener
crisis en mi vida para poder aprender».
crisis en mi vida para poder aprender».
¿Cómo podemos transformarlo entonces?
Concretizando, si quieres aprender de la vida piensa algo como: «Quiero
aprender de la vida». Esto hace que las «crisis» no existan, ya no hay situaciones negativas, simplemente experiencias con aprendizajes, pero no son crisis.
Tenemos que tener mucha atención en nuestras palabras y nuestras creencias, ambas van de la mano. Si decimos por ejemplo: «Mañana voy a buscar trabajo». Efectivamente irás a buscar trabajo no a encontrar. La creencia que subyace aquí puede ser: «Si quiero trabajo tengo que salir a buscarlo», esta creencia nos lleva a sentir culpabilidad y frustración sino vamos a buscarlo, y encima no vendrá por «casualidad» porque creemos que tenemos que salir nosotros.
Esto no significa que nos tenemos que quedar en casa esperando, las interacciones nos irán contando si vamos bien o no. Si queremos una gran cantidad de dinero y al salir de casa nos encontramos un mendigo, vamos mal. Por el contrario, si queremos humildad y nos encontramos al mendigo vamos bien. Tenemos que estar atentos a las sincronicidades.
Aquí tenemos que hacer una aclaración, cuando hablamos de energía y actitud, me refiero a focalizar tu intención y tu atención, no ha «trabajar duro para conseguirlo». La emoción (energía) crea un vehículo por donde se mueve la palabra (idea), y la dirección dependerá de nuestra actitud, de nuestras creencias.
Si quieres trabajo, deséalo con el entusiasmo que te puede causar y ya está,
si lo hacemos pensando «Esto… no se yo…», la actitud se disuelve y va hacia otra dirección, esta nueva dirección será una creencia inconsciente. Claro, aquí podemos tener una pregunta: ¿Cómo tenemos que pensar entonces?
Parece que se nos olvida que tenemos varios cerebros, no solo el racional. Nuestro corazón también tiene neuronas, es un cerebro diferente, más emocional y coherente. Las personas que escuchan a su corazón viven con mayor armonía y paz interior. Es una simbiosis entre la idea (el pensamiento), la palabra (intención), la emoción (energía) y la coherencia (actitud). Si esto sucede comenzaremos a ver «casualidades» que nos guiarán hacia donde queremos ir.
El paso donde la gran mayoría caemos es en la coherencia. Cuando hablamos de coherencia significa que nuestro pensamiento, nuestras emociones y nuestra intención se muevan hacia la misma dirección. Si queremos dinero pero en el fondo (consciente o inconscientemente) nos sentimos culpables, el movimiento será muy diferente al que queremos.
Esta incoherencia nace de los «4 jinetes del apocalipsis» (para entendernos), el poder: Económico, Político, Religioso y Ciencia. Estos cuatro poderes están en nuestro inconsciente en forma de creencias que nos dicen: «No tengo», «No Puedo», «No Debo» y «No se». Si intentamos crear realidad con alguno de estos pensamientos o creencias, no iremos a ninguna parte.
Creo personalmente que la mejor forma de no boicotearnos con creencias, es actuando siempre con una mente pura, limpia y de principiante, una mente libre de prejuicios, separación o presuposiciones, una mente que cada vez que mira, ve por primera vez.
«Es hora de que el ser humano brille con la conciencia de su propio poder y se atreva a despertar a esta nueva era»