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Psicología y Coherencia

Cómo Gestionar la Ansiedad

La ansiedad ha estado presente en la vida de la humanidad desde hace mucho tiempo. Se ha documentado en la literatura desde el siglo XVIII, mucho antes de que se estudiara el tema de la ansiedad de forma aislada. La ansiedad es una respuesta emocional normal para un individuo ante una determinada situación o estímulo. Es la manifestación de la lucha del cuerpo y la mente para hacer frente al estrés del día a día; sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva o inapropiada, puede tener efectos significativos en la vida de una persona. Aunque la ansiedad es en gran medida una respuesta biológica normal e involuntaria, hay medidas y terapias que un individuo puede utilizar para lidiar con ella de manera efectiva.

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La ansiedad es un fenómeno normal y común que difícilmente se puede evitar. Se puede definir como la sensación somática, cognitiva y emocional de estrés o peligro creado por ciertas situaciones, situaciones previsibles o aún inoportunas. La ansiedad se caracteriza por hipervigilancia, temor, preocupación, pensamientos incontrolables, impotencia irritabilidad, sensibilidad al fracaso y la búsqueda de la seguridad. Estas respuestas, conocidas como respuestas exageradas de ansiedad, son un conjunto de mecanismos de adaptación automáticos encontrados en todas las especies.

También es importante destacar que la ansiedad no se limita a los seres humanos. Es algo universal y está presente en los mamíferos, aves, reptiles y peces. Los animales experimentan diferentes tipos de ansiedad, como los temores, que responden a diferentes amenazas. Como lo documentó el psiquiatra y biólogo Eliezer Sokel en su libro The Anxious Animal: A Field Guide to the Behavioural Disorders of Animals (La Ansiosa Animal: Una Guía de Campo para los Trastornos del Comportamiento de los Animales): “La ansiedad es una emoción primaria que evolucionó en los animales para ayudarles a prepararse para la lucha, el vuelo o el uso de estrategias de evitación frente a los peligros reales o percibidos”.

Tipos de Ansiedad

Las principales categorías de ansiedad se clasifican como: trastorno de ansiedad generalizada (TAG), trastorno de pánico (TP), fobia específica (FESP), trastorno obsesivo- compulsivo (TOC) y trastorno de estrés postraumático (TEPT). El TAG se caracteriza por un nivel excesivo de preocupación persistente y persistente acerca de varios eventos o actividades y un grado significativo de incapacidad para controlar la ansiedad. La característica clave del TP es el miedo intenso y repentino en medio de una situación que no presenta una amenaza real. La FESP implica un miedo intenso, excesivo e irracional a un objeto específico, por ejemplo, arañas, serpientes o en alturas. El TOC se caracteriza por la necesidad persistente de pensamientos, imágenes o acciones repetitivas a pesar de las consecuencias emocionales o personales desagradables. El TEPT está relacionado con la experiencia directa o testigo de una situación traumática que generó un intenso miedo, impotencia o horror.

Posibles causas

Existen una variedad de factores que pueden contribuir a un trastorno de ansiedad. Estos incluyen factores biológicos (genéticos, químicos y físicos), ambientales, psicológicos y sociales. Por ejemplo, un individuo puede ser más propenso a experimentar ansiedad si ha experimentado trauma previo, sufre de un desequilibrio químico en el cerebro, tiene antecedentes familiares de ansiedad o experimenta un estrés crónico en la vida. Además, los cambios físicos, como el envejecimiento o los cambios hormonales, también pueden desencadenar respuestas ansiosas.

Los factores de riesgo para desarrollar un trastorno de ansiedad incluyen trauma, una historia familiar de ansiedad, niveles bajos de autoestima, baja resiliencia, estrés físico o emocional crónico, abuso de sustancias y ciertos medicamentos. Además, en las personas mayores, las deficiencias nutricionales, el daño cerebral debido a una enfermedad, como un accidente cerebrovascular, y el fracaso de la función cognitiva pueden tener un efecto sobre el desarrollo de la ansiedad.

Síntomas

Los síntomas físicos y mentales de la ansiedad pueden variar de leve a grave. A continuación se muestran algunos de los síntomas más comunes de ansiedad:

• Hipervigilancia excesiva

• Sentimientos de miedo o angustia

• Nerviosismo o inquietud

• Fatiga

• Irritabilidad

• Tensión muscular

• Miedo a la muerte

• Incapacidad para relajarse

• Palpitaciones cardíacas

• Sudoración

• Tensión o represión en el pecho

• Aumento de las tasas de respiración

• Mareos

• Trastornos gastrointestinales como diarrea, estreñimiento, gases e hinchazón

• Trastornos del sueño, como insomnio o pesadillas

• Pérdida de apetito

• Boca seca

• Problemas de concentración

• Taquicardia

• Agitación

• Hiperventilación

Tratamientos

Existen una variedad de tratamientos efectivos para la ansiedad, según el tipo y la severidad. Casi todos los tratamientos para la ansiedad enfocan en una forma u otra la reducción del estrés. El primer paso siempre es buscar ayuda médica profesional para evaluar los síntomas de ansiedad y determinar el tratamiento indicado para el individuo. Las principales opciones de tratamiento se pueden clasificar como medicamentos, terapia o una combinación de ambos.

Terapia

La terapia es sin duda una de las mejores formas de tratar la ansiedad. Ya sea una terapia comportamental cognitiva (TCC) o una terapia conductual dialectal (TCD), los terapeutas ayudarán a los pacientes a analizar las causas de su ansiedad, a desarrollar un plan para manejarla y a construir habilidades para reducir sus síntomas. Además, los terapeutas también pueden guiarlos para fortalecer su autoestima y retos cognitivos para ayudarlos a gestionar mejor la ansiedad.

Medicación

Si la ansiedad se vuelve severa o disfuncional, los profesionales médicos pueden recetar medicamentos. Estos medicamentos a menudo se utilizan para reducir los síntomas físicos de la ansiedad, como la sequedad de boca, taquicardia y temblor, así como sus síntomas mentales, como ansiedad generalizada crónica y trastornos de pánico. El objetivo de los medicamentos es generalmente reducir la ansiedad anteriormente agobiante para que el paciente pueda seguir adelante con una terapia más profunda.

Hábitos saludables

Una forma excelente de aliviar la ansiedad es inculcar hábitos saludables en la vida diaria. Las personas que tienen tendencia a la ansiedad han reportado resultados positivos de los siguientes hábitos:

• Incluir alimentos saludables en la dieta

• Practicar yoga

• Participar en actividades divertidas

• Practicar meditación

• Dormir al menos 8 horas al día

• Beber té de hierbas

• Escribir diarios

• Hacer ejercicios regulares

• Hacer una lista de cosas por hacer

• Escuchar música relajante

• Reducir el consumo de cafeína y alcohol

En resumen, la ansiedad es una respuesta común y normal ante ciertas situaciones estresantes, pero puede convertirse en un problema para una persona si se vuelve excesiva o irracionalmente intensa. Afortunadamente, hay varias formas de tratar la ansiedad, como la medicación o la terapia, lo que significa que la ansiedad no siempre tiene que tener un impacto significativo en la vida de una persona.

La clave es que uno debe buscar ayuda profesional si sus síntomas de ansiedad siguen siendo persistentes y hay un efecto significativo en la vida diaria. Además, educarse sobre los diferentes tipos de ansiedad, su etiología y los hábitos saludables pueden ayudar a una persona a gestionar su ansiedad con más facilidad.

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