Está tardando la humanidad demasiado en comprender el alcance del llamado “enfoque de la atención”…a darse cuenta de, dónde se está dirigiendo en cada instante la mirada interna?
Se trata de devenir conscientes de lo que estamos “enfocando” en cada momento, un aspecto tan importante para nuestra vida que dependiendo de tal enfoque, viviremos una realidad o viviremos otra. ¿Cielo o infierno? Depende de donde fijemos en cada momento la atención.
¿Acaso no es importante saber cuál es el objeto de nuestro enfoque? Conviene identificar en qué momentos estamos enfocando pensamientos negativos que tan habitualmente nada solucionan. Despertemos, tales enfoques no son más realistas, lo que no excluye la mirada a nuestra sombra y la consciencia de la misma. De hecho el propio Jung dice al respecto:
La sombra solo resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención.
Allí donde miremos “por dentro”, eso será lo que en ese momento exista. Lo demás, lo que no sea objeto de nuestra atención, ya sea la llegada de los marcianos del pueblo de al lado, o bien el nacimiento de una extraña rosa que se ilumina en la noche como una antorcha, no existirá por lo menos para nosotros. Puede decirse que para nuestros efectos, el enfoque de la atención construye la propia experiencia, y que tan sólo existe aquello que enfocamos.
En realidad, “la vida es la suma de aquello en lo que te fijas”. Y el mencionado enfoque de la atención actúa como un faro de luz en la noche, solo aparece lo que éste alumbra. Digamos que funciona como un potente foco de consciencia que hace aparecer lo que cada uno direcciona. Tal enfoque asimismo es un artilugio reductor que nos ha legado la naturaleza para filtrar los innumerables estímulos que nuestra percepción está permanentemente registrando en la subconsciencia. Una reducción que al igual que la luz de un Faro, aunque parezca limitada por alumbrar un pequeño círculo en noche oscura, e ignore el resto, contribuye a nuestra cordura. Y si no, que se lo pregunten a quienes han tenido un “mal viaje” con drogas, es decir, a quienes han experimentado la abrupta apertura de su enfoque y han enfrentado un aluvión de contenidos con todas sus emocionales consecuencias.
Si investigamos dentro, pronto veremos que los sentimientos y las emociones están muy ligados al pensamiento. Y en realidad un pensamiento puede ser tanto descartado como enfocado. Cada enfoque de un correspondiente pensamiento conlleva una activación de sentimientos. Por ejemplo, si ahora enfocamos la pérdida de una persona querida, lo más probable es que se generen sentimientos opresivos y nuestro estómago se contraiga. Por el contrario, si nuestra mirada se enfoca en el logro de nuestro objetivo o en la llegada de una persona querida, se activarán sentimientos expansivos, y además nuestra visión global se verá de pronto ampliada.
En realidad desde la llegada de las neurociencias, cada día sabemos más acerca de la atención y como consecuencia, de lo mucho que ésta puede hacer por nuestra calidad emocional. Sucederá que a poco que entrenemos el enfoque, y la capacidad de concentrarnos, viviremos no solo más centrados y creativos, sino que superaremos la mente distraída y dispersa.
En este sentido el propio William James, gran figura de la psicología expresó: La mejor arma contra el estrés es la capacidad para centrarse en un pensamiento y descartar otro.
Por tal razón ya no se trata solo de alumbrar áreas que realmente sirvan a nuestra vida, sino asimismo lograr descartar pensamientos inútiles que en nada mejoran nuestra existencia. Por ejemplo, cuando no encontramos a nuestro hijo en el Parque y buscamos con cierta ansiedad, tal vez nos cueste darnos cuenta de los pensamientos virus que enfocamos,” ¿Le habrá pasado un accidente? ¿Estará en el Hospital? Soy un confiado, esto me pasa por idiota”. Más tarde cuando aparece, asentiremos que podríamos evitar proyecciones ilusorias.
A su vez Eckart Tolle afirma: Es imposible tener un problema cuando la atención está enfocada completamente en el ahora.
¿A dónde me dirijo en realidad con esta reflexión? Pues a recordar la máxima que afirma: «Allí donde se dirige nuestra atención allí fluye nuestra energía». Es como decir que la energía sigue al enfoque, y eso es lo realmente trascendente.
Así pues comprendiendo el alcance que tiene utilizar la capacidad voluntaria y selectiva de enfocar por el hecho de crear “experiencias a medida”, valoraremos el entrenamiento que ésta merece en la actual situación en que la humanidad se encuentra. Y no me refiero a otra cosa que a la práctica atención plena o mindfullness en la “meditación como gimnasia”.
Veamos la curiosa frase de William James: “La sabiduría es saber qué cosas pasar por alto”.
¿Acaso no es una forma de gimnasia los numerosos programas de práctica meditativa que en el último siglo, se han ido desplazando de los templos a las empresas?
Soslayando los añadidos de filosofía y vocación, ¿En qué se diferencia la práctica de un monje que se concentra varias horas diarias, con la de un bróker que trabaja la meditación transpersonal en un programa de 20 minutos diarios en su empresa? Tan solo en el tiempo dedicado a una práctica que puede beneficiar tanto al creyente convencido como al ateo más redomado. En realidad ambos se adentran en el silencio y entrenan la observación en atención plena, segundo a segundo, percatándose de cuál está siendo el enfoque de su mirada interna.
En realidad, ambos no sólo entrenen la atención al objeto de su enfoque, un objeto que puede ser la respiración, la llama de una vela o el simplemente ir y venir de los pensamientos, sino que van más allá y miran el foco del mirar mismo, es decir, atienden a la fuente de su mirada.
La vivencia del presente y saborear lo que éste nos ofrece tal vez sea la medicina más seria que podemos ofrecer a nuestra vida para sentirnos enfocados y despiertos en ella.
José María Doria