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Psicología y Coherencia

LA MENTE PENSANTE COMO CAMINO

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Dentro del gran abanico de terapias que tenemos, he observado el intento de nivelar la balanza de las emociones y el mundo interior, con la mente y el mundo exterior. Este puente es una gran puerta de «divinidad humana», pero tal vez, estamos culpando tanto a la mente de nuestra desdicha que volvemos una y otra vez a los mismos caminos de sufrimiento.
 
La pregunta que planteo va al unísono con la forma de convivir con el personaje ego que nos creamos para «sobrevivir» en la realidad.

La Mente Como Camino

 
El planteamiento es sencillo, aprender a usar la mente de forma consciente y cada vez que fallemos, aprender. Puede resultar tan fácil que da risa, pero cuando alguien que se considera espiritual usa la mente, rápidamente vuelve a su sentir interior. ¿Qué tiene de «malo» que los pensamientos tengan un descontrol, que solo vuelen en círculos, que únicamente traigan negatividad…? Esto no significa que estamos fallando o que es mejor o peor que, simplemente es la llave para poder dar otro paso en nuestro aprendizaje.
 
Si la mente tiene un descontrol, la enseñanza que subyace es controla un poco más. Cuando la mente busca la negatividad nos está diciendo que existe otro camino. Muchas veces se nos va al futuro o al pasado, queremos cambiar el pasado y la impotencia nos provoca sufrimiento, en el futuro nos frustramos por no tener y siempre queremos más coches, más dinero, más casas, más amigos, más, más y más. Busca el culpable para saciar la sed de «entender», pero no de comprender. Juzga para poder sentir que los seres humanos estamos separados los unos de los otros…

¿Y si nos permitimos pensar así?

 
Cuando hacemos esto nos dicen, he incluso sabemos, que tal vez no es la mejor forma de pensar, pero parece que no lo podemos evitar. Esto es simplemente porque no nos atrevemos a aceptar el descontrol que vive nuestra mente y mientras que sigamos intentando cambiarlo sin aceptarlo, va a estar en un continuo descontrol. Cada vez que intentamos reprimir algo o transformarlo sin aceptarlo, estamos dándole más fuerza. Es como decirnos una y otra vez: No pienses en un elefante rosa! Entonces acabamos pensando esto y lo creamos.
 
Sólo tenemos que observar el mundo para darnos cuenta de qué no estamos aceptando. Tanta violencia universal, miradas desafiantes entre dos desconocidos que se si conociesen serían el uno para el otro… Sencillamente por no atreverse a aceptar lo vulnerables que somos, tenemos rabia que no podemos sacar, algunas veces quiero «matar» a la gente y sufro por lo que pienso, tengo miedo de tener miedo y camino por la vida con una inmadurez emocional muy profunda… Si aceptamos que tenemos estos pensamientos, se transformarán.
 
 
El poder está en atestiguar aquello que ocurre en nuestra mente, darle el espacio que necesita y aprender para qué estamos experimentando estos pensamientos. No hablo de salir a la calle a cortar cabezas si es lo que hemos pensado, me refiero a darle el espacio que necesita para que el pensamiento surja, se sienta y se valla… Sin darle fuerza, sin crearlo…
 
Una técnica o herramienta genial para aprender a atestiguar la mente y comprender el sentido de los pensamientos es la meditación. Tenemos un pensamiento, lo observamos, le damos la vuelta, nos introducimos en él y lo dejamos ir. Cuando la mente actúa simplemente cuando se la necesita, el mundo interior re-surge de sus cenizas y ocupa su lugar.
 
En resumen, darle espacio a nuestros pensamiento sin reprimirlos. Comprender el sentido del pensamiento: si encuentro negatividad, tal vez necesite aprender a disfrutar lo positivo que tengo, si encuentro separación, juicios y culpa, tal vez necesito comenzar a sentirme unido con todo y con todos, si encuentro pasado y futuro, tal vez necesito aprender a disfrutar de lo que tengo en cada instante presente de mi vida.
 
Expongo esto como una propuesta para invitar al lector inmerso en el encuentro consigo mismo, para que se aprenda a integrar y profundizar en la unión de nuestra realidad y el pensamiento creador, con la energía y el poder interior.
 
«La mente es maravillosa, es un gran aliado, pero es bueno que no sea la protagonista» – Maestro Zen
 

 

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