Dieta Mental:
Para comenzar dejo claro que esto no se trata de una técnica o algo parecido, comparto lo que he aprendido en mi propia experiencia con mi cuerpo y, en este post, con relación a la alimentación. En esta experiencia dejé más de 50 kilos atrás, pasé de 120 kilos a 61 kilos. Esta transición cambió literalmente mi vida, aunque no comencé por mi cuerpo, haciendo ejercicio o cuidando mi alimentación, sino por dentro, preguntándome: ¿y para qué necesito todos estos kilos?
En el proceso cambié la relación conmigo mismo, con los demás, mi forma de pensar y ver el mundo y lo que vamos a tratar en este post, cambié mi relación con la comida. Vamos a definir dos conceptos de los cuales es importante tomar conciencia y ver la gran diferencia que tienen:
COMER:
El acto de comer se define por la acción de ingerir algo, pero atención a este «algo», que quiere decir que no tiene porqué ser comida. Podemos comer tierra, por ejemplo, y también sería comer. Una definición más concreta podría ser: ingerir algo sin ser consciente de lo que es y sin saber porqué o para qué. La alimentación que tenemos hoy en día está basada en la rutina. No comemos lo que necesitamos, sino lo que se nos antoja. Tampoco comemos cuando tenemos hambre, sino cuando es la <<la hora de comer>>. ¿Cuantas veces comes sin hambre porque es la hora y tu mente empieza a obsesionarse si no se mete algo a la boca? ¿O cuantas veces has dicho la frase: «si no como esto, no es comer»? El comida se ha convertido en un placer rutinario y apartado de nuestro propio cuerpo, ya que ignora la necesidad y aunque es cierto que comiendo se disfruta, es primordial para cambiar la relación con la comida cambiar el concepto que tenemos sobre ella. Lo podríamos llamar Alimentación Consciente, definido como la habilidad de comer coherentemente con las necesidades de nuestro cuerpo.
La primera pregunta que me hice con la comida mientras tenía delante una suculenta pizza, fue: ¿Para qué me alimento así? Obviamente las respuestas no eran muy «bonitas», pero en la sinceridad me di cuenta así de mi ansiedad y la necesidad de sentirme «lleno», que quiere decir, por lo tanto, que emocionalmente estaba «vacío» con alguna carencia que pretendía llenar con comida como, por ejemplo, comida basura. De hecho si ahora abres una pestaña en el navegador y buscas imágenes de «comida», verás que son diferentes a las que salen cuando pones «alimentarse». El acto de comer está más relacionado con ingerir comida de baja calidad, mientras que alimentarse se relaciona con una conciencia nutricional que ahora veremos, pero vamos a reflexionar juntos:
– Hoy en día lo primero que oímos sobre alimentación es que tienes que comer «sano». A lo que yo pregunto, ¿qué es sano? ¿Un tomate lleno de sulfatos y otros tóxicos para que brille más en el supermercado? ¿Una sandía en pleno invierno nacida de forma artificial y fuera de su temporada natural? ¿Una zanahoria que llena de químicos es capaz de estar 1 mes en la nevera sin pudrirse? ¿Un jamón bajo en grasa que tiene azúcar como conservante y hormonas para que el animal crezca más rápido? ¿una desnatada procesada 4 veces? Claramente, comer sano en nuestro tiempo es complicado. Si no es el alimento es la tierra donde se hace, sino el aire contaminado, o el dinero que cuesta mantener una alimentación ECO o BIO hoy en día, así que olvidemos el concepto «comer sano», para encontrar la alimentación que cada cuerpo necesite, según sus características personales. Por eso el primer paso es empezar a escuchar el cuerpo, escucharnos a nosotros mismos y generar una autoconciencia.
En mi consulta he tenido personas que venían a tratarse el sobrepeso y la gran mayoría, dejando de lado el desequilibrio metabólico que pudiesen tener, arrastraban un gran vacío emocional desde la infancia. Muchas veces los desórdenes alimenticios nacen de los conflictos emocionales no resueltos. ¿Cuantas veces comes por ansiedad? A mí también me pasó y pude cambiarlo. Porque tengamos algo claro, la única persona que no puede cambiar su alimentación, su cuerpo o su vida, es aquella que en el fondo, no quiere cambiar.
Hay varias cosas que he encontrado en común en las personas con sobrepeso y que tienen que trabajar:
- Autoestima: todo lo relacionado con la relación consigo mismos. Aprender a quererse, a valorarse, a potenciarse, a cambiar aquello que nos les esté ayudando, a automotivarse, etc.
- Gestión Emocional: la ansiedad, el estrés y la depresión están muy presentes. Se necesita de una desarrollo emocional y una conciencia de sí mismo para perderle el miedo a sus propias emociones y aprender a manejaras con inteligencia emocional.
- Miedo al abandono, rechazo y soledad: son personas que te protegen del mundo, que crean <<su propia realidad>> y viven apartados de sus emociones. Después de la gestión emocional se toca la parte más profunda de sus miedo y que vienen de la infancia. Cuando sus padres no estuvieron o estuvieron en exceso, por la razón que fuese.
- Salir de la zona de confort: cuando se tienen tantos miedos se empieza a crear una <<zona de seguridad>> que, aunque no da nada de seguridad, es mejor que salir al mundo desconocido. Repiten frase: «mejor malo conocido que bueno por conocer». Tiene que aprender a romper sus límites, encontrar su talentos, lo que aman hacer, hobbies, trabajos, emprender en algo, apuntarse a clases de algo que quieran aprender, etc. En definitiva, ampliar su zona de confort. No es necesario que no vuelvan a entrar en casa jamás, sino que a parte de estar en casa y un día disfruten de una palomitas y una película, también tengan tiempo para salir al mundo y relacionarse.
- La culpabilidad: La culpa es el sentimiento post comida más habitual, como el castigo por haber comido. Este autosabotaje desgasta la capacidad de gestión emocional de la persona, anula sus capacidades y la coloca en una posición de víctima ante la comida. Es necesario renunciar a la culpa. No pasa nada si comes, simplemente, luego equilibra por otra parte.
ALIMENTARSE:
Alimentarse quiere decir suplir las necesidades nutricionales del cuerpo humano, pero esto no nos dice que la dieta de nuestro amigo me va a servir a mí. Alimentarse significa saber escuchar a tu cuerpo, entender cómo funciona y saber para qué te estás alimentando. Cuando me preguntaba para qué comía pizza descubrí mi ansiedad. Por lo tanto ahora sabía que mi cuerpo me pedía este tipo de alimentos por la necesidad, en este caso emocional, que yo tenía. A nivel inconsciente, este tipo de alimentos es una forma rápida de generar grasa, es decir, protección, para así sentirme seguro (En este link para saber más: https://crisol-life.blogspot.com.es/2015/03/cuerpo-emocion-obesidad-y-sobrepeso.html. Encima, cuando todos los hidratos fermentaban en mi cuerpo y estos se transformaban en glucosa, mis niveles de serotonina subían, sintiendo una sensación de placer y un cariño, ya que la glucosa tiene que ver con el cariño y el amor. Se puede decir que, ante mi carencia de amor, la pizza llenaba el vacío.
Cuando comprendes las emociones escondidas que hay en tu historia, empiezas a escuchar tu cuerpo de una forma diferente y a saber qué necesita según tu momento de vida. Tu cuerpo es inteligente y un organismo perfecto, pero eres tú, la conciencia que lo habita, quien elige si hacerle caso o no. Tu cuerpo te dirá si necesita más o menos energía, carne, pescado o verdura, e incluso te dirá si no necesita comer nada. Es importante saber que cuando nos alimentamos, no solo comemos con la boca, sino con los sentidos. Cuantas veces has visto en la televisión un anuncio de comida y se te hacía la boca agua. O estabas caminando por la calle y te llegaba un olor rico que provocaba un rugir de tripas.
En el Tao y el Zen, comer es una meditación. Hueles, miras, escuchas, saboreas y sientes el alimento. Si te ponen un plato de arroz delante puedes olerlo y saborearlo, incluso puedes escuchar el viento y sentir el sol que cuidó de los campos de arroz cuando aún se estaban formando. Podemos hacer de la alimentación una experiencia transpersonal de conexión. Realmente un simple gracias es suficiente, por poder alimentar tu cuerpo con esta comida que te va a sentir tan bien y te va a dar la energía que necesitas. Puedes masticar disfrutando de cada bocado, en vez de intentar llenarte rápido porque estás pensando en lo que vamos a hacer después. Esta costumbre hace que ignoremos una señal que nuestros cuerpo hacen cuando ya están llenos. Cuando tu estómago tiene lo que necesita, manda una señal al cerebro para que sepa que ya podemos parar. Pero como en nuestra cultura comemos hablando, viendo la tele, nos centramos en vaciar el plato y de cocinar raciones iguales para todo el mundo, es difícil escuchar cuando hay tanto ruido. Además de que no tiene ningún sentido, ya que no solo le mandas más trabajo a tu cuerpo, sino que luego se va a ir por el bater, ya que no asimilamos tantos nutrientes a la vez. La alimentación automática puede llegar a anular la conexión entre el tubo digestivo y el sistema límbico, el cual nos avisa del momento de parar. Si llevas mucho tiempo comiendo de esta forma, puede que al principio te cuesta escuchar la señal.
Comparto este vídeo sobre la alimentación de Suzzane Powel:
Cuando escuchas a tu cuerpo te alimentas con alegría, comprensión y todo te sienta genial. Esto hace que el cuerpo, al no necesitar tanta energía para los alimentos, necesite hacer cambios, por eso cuando cambiamos de alimentación, mientras nuestra biología se adapta, tenemos síntomas como dolores de cabeza, diarreas, vómitos, mareos… Lleva mucho tiempo forzándose para complacer tus culturas alimenticias, dale tiempo. Hay veces que cuando escuchas a tu cuerpo, te ríes de las cosas que necesita. Recuerdo un día que estaba escribiendo y sentí ganas de comer frutos secos. Fui a la cocina, cogí unas cuantas almendras y en cuanto me comí 1 se me quitó el hambre. Me reí ya que, por la costumbre, me puse un puñado, pero sentí que mi cuerpo con 1 almendra se había quedado ya bien. Quizá necesitaba sal para algo, no lo sé. Creo que comeríamos bastante menos si escuchásemos nuestro cuerpo.
La medicina tradicional china usa la alimentación preventiva. Ellos conforme de despiertan, se ven la lengua, tienen el pulso y han descansado, saben qué comer para poder equilibrarlo. La MTC también ayuda mucho de la fitoterapia, las plantas naturales. Deepak Chopra, maestro espiritual, médico y escrito de más de 70 libros, dijo de una entrevista: «hoy en día no se puede llevar una alimentación sana sin suplementación». Nuestro cuerpo funciona con la cantidad de comida adecuada, ni más, ni menos y la digestión es uno de lo procesos que más energía consume del cuerpo. Necesitamos aprender a alimentarnos de forma más consciente.
Cuando escuchas a tu cuerpo te alimentas con alegría, comprensión y todo te sienta genial. Esto hace que el cuerpo, al no necesitar tanta energía para los alimentos, necesite hacer cambios, por eso cuando cambiamos de alimentación, mientras nuestra biología se adapta, tenemos síntomas como dolores de cabeza, diarreas, vómitos, mareos… Lleva mucho tiempo forzándose para complacer tus culturas alimenticias, dale tiempo. Hay veces que cuando escuchas a tu cuerpo, te ríes de las cosas que necesita. Recuerdo un día que estaba escribiendo y sentí ganas de comer frutos secos. Fui a la cocina, cogí unas cuantas almendras y en cuanto me comí 1 se me quitó el hambre. Me reí ya que, por la costumbre, me puse un puñado, pero sentí que mi cuerpo con 1 almendra se había quedado ya bien. Quizá necesitaba sal para algo, no lo sé. Creo que comeríamos bastante menos si escuchásemos nuestro cuerpo.
La medicina tradicional china usa la alimentación preventiva. Ellos conforme de despiertan, se ven la lengua, tienen el pulso y han descansado, saben qué comer para poder equilibrarlo. La MTC también ayuda mucho de la fitoterapia, las plantas naturales. Deepak Chopra, maestro espiritual, médico y escrito de más de 70 libros, dijo de una entrevista: «hoy en día no se puede llevar una alimentación sana sin suplementación». Nuestro cuerpo funciona con la cantidad de comida adecuada, ni más, ni menos y la digestión es uno de lo procesos que más energía consume del cuerpo. Necesitamos aprender a alimentarnos de forma más consciente.
Como hemos visto, el ruido mental que tenemos y las necesidades inconscientes que intentamos suplir a través de la comida, juegan un papel importante en la alimentación.
Una de las cosas que hice con la comida fue encontrar los diálogos internos e inconscientes que había en mi antes, durante y después de la comida. Sin juzgar lo que encontraba tomaba conciencia de ellos y mis diálogos internos comenzaban a cambiar. Por ejemplo:
Pensamientos:
– «Voy a comer rápido o llegaré tarde» – «Voy a comer tranquilo y lo que me de tiempo»
– «Qué habrá de comer hoy?» – «¿Qué siento comer?»
– «Como siga comiendo así seguro que engordo» – «¿Realmente siento seguir comiendo así?
Creencias:
– «Si repites eres un ansioso» – «Si siento repetir lo haré»
– «Si comes esto vas engordar» – «Confío en mi cuerpo y sé que esto me va a nutrir»
– «No voy a comer que sino engordo» – «Puedo comer lo que sienta que estaré sano y en mi peso ideal»
Cuando algunas veces sientes antojo de algo, es importante observar cómo te llega la sensación. Si el hambre nace de algo interno, es tu cuerpo pidiendo nutrirse, pero si es por algo externo, como decíamos antes, un anuncio de la televisión, puede ser un capricho. Cuestiona y observa, ¿que necesidad intenta suplir esta sensación?
Como ya he comentado antes, la culpabilidad es la piedra angular del sobre peso. Me he dado cuenta de que basta que te sientas culpable para que te llegue un castigo en forma de unos kilos, no porque el universo te quiera castigar, sino porque al sentirte culpable estás pidiendo un castigo. Te aseguro que si comienzas a perdonarte y para ello tienes que comprenderte, comas lo que comas, tu cuerpo encontrará el peso que necesita. Perdonar adelgaza. La culpa engorda. De hecho no deja de ser una auto complacencia inconsciente y protección: como, me siento culpable porque creo que no debería hacer lo que hago (creencia), subo unos kilos para poder decir: «ves como lo hice mal», al mismo tiempo me protejo de los demás (grasa=protección) y así, puedo volver a comer lo mismo otra vez, comenzando de nuevo el circuito.
Todo esto es mucho más fácil. Me he sentido culpable durante años por comer y hoy en día como lo que siento sin rechazar nada. Acepto que puede ser más o menos sano, pero confío en mi cuerpo. Un día con los amigos puedo darme un atracón y lo hago con total alegría y libertad. Al día siguiente mi cuerpo me dirá lo que necesita, que suele ser un ayuno, para limpiarme.
Mi forma de alimentarme está basada en lo que siento y más o menos lo que sé que voy a hacer en el día. Doy gracias siempre por los alimentos y en la medida de lo posible, escucho a mi cuerpo. También he trabajo mi desarrollo persona y la inteligencia emocional para aprender a alimentarme. Ahora para mí comer es algo alegre, bonito, para disfrutar y cuidar mi cuerpo sin culpas. Darme el regalo de prepararme la comida, de disfrutar de ese momento que es para mí y hacerlo con total cuidado, cariño y respeto hacía mí y mi cuerpo. Así mi cuerpo hoy en día me pide más verduras que carnes y prácticamente nada de comida basura, aunque tampoco la rechazo.
Si yo pude, tú también puedes:
Si tienes unos kilos demás deja de castigarte y compréndete. Tienes que tratarte con cariño, con amor y cuidar de ti. Date cuenta de forma honesta de qué estás haciendo para mantenerlos y comienza a pensar y actuar de forma diferente. El cambio siempre ha estado en tu interior, no en ninguna dieta. Mírate al espejo y di lo que te amas tantas veces como kilos te sobren.
Comparto también un libro que me ayudó a cambiar mi forma de pensar para poder realizar este cambio. Gracias.
Héctor Ibáñez
Psicoterapeuta Transpersonal